Si quisiéramos medir mediante una prueba sencilla, un marcador que nos advierta que algo no va bien en relación con mi estado de estrés, podemos hacerlo mirando nuestro nivel de cortisol.
Podemos medir el cortisol tomando una muestra de saliva, orina o sangre. En nuestro laboratorio, nos decantamos por la medición de esta hormona en sangre. Para detectar algunas patologías importantes, recurrimos al cortisol para el diagnóstico del síndrome de Cushing y la enfermedad de Addison, así como anomalías en la glándula pituitaria y las glándulas suprarrenales.
Pero además, hemos ido conociendo con el paso de tiempo funciones más específicas de esta hormona, y el rol que juega en respuesta al estrés, ya sea agudo o crónico.
Siempre me llamó la atención los factores que influyen en la toma de decisiones de mis pacientes en consulta. Pensamos que podemos comprender, de forma objetiva, por qué optamos por comer o beber, esto o lo otro. En muchas ocasiones, nos cuesta seguir la dieta, que en nuestra profesión se denomina, “falta de adherencia”. Ya sea por que el nutricionista no da con la tecla y el protocolo que prescribe se aleja de las pretensiones del paciente o por la falta de voluntad en sí de la persona. Sea como fuere, con el paso del tiempo, acabamos tomando otras decisiones en consulta, que difieren de las iniciales.
¿Por qué algunos pacientes evolucionan mejor que otros?, ¿Somos capaces de poder establecer un diagnóstico con un porcentaje alto de acierto?
Para determinar esto, podemos basarnos en la experiencia, en la comparación con casos similares y analizar su progresión. También, si hemos adquirido una buena habilidad en las aperturas de historiales clínicos, obtendremos muchas pistas. Y para cuando no estemos seguros, debemos apoyarnos en la evidencia científica. Nada mejor que recurrir a determinados marcadores de salud, ya sean composición corporal (dependiendo del porcentaje de grasa corporal y circunferencia de cintura, por ejemplo, podremos predecir la evolución en consulta), o algunos marcadores en una bioquímica, por ejemplo, hormonas involucradas en el metabolismo. Entre otras, tenemos el cortisol.
Conocida como hormona del estrés, es imprescindible para un buen funcionamiento del organismo. Sin unos valores óptimos de cortisol, duraríamos en la jungla de nuestras ciudades poco tiempo. Seríamos seres sin capacidad de reacción. Sin oportunidad de escapar ante un peligro, no sólo físico, también psicológico.
El problema, es que esta hormona funciona de forma similares a cómo lo hemos necesito durante mucho tiempo atrás. No hemos sido capaces, todavía, (probablemente, estemos en ello), de adaptar nuestro sistema de alerta, a un estatus perpetuo de problemas y de inconvenientes. Y esto supone un problema, a nivel fisiológico, pero también, y esto me nos afecta directamente en consulta, a la toma de decisiones. Conocer bien el funcionamiento de esta hormona, puede darnos pistas si el trabajo que debemos hacer con un paciente, debe ir en una dirección u otra.
De todo ello, hablamos en el episodio 7 de la primera temporada en Café Albert. Un podcast en formato audiopost, con una duración de 40 minutos.
Espero que lo encuentres interesante.